miércoles, 9 de diciembre de 2009

LIBRO: LOS ÁNGELES , Mensajeros del Espíritu



 
INTRODUCCIÓN.

Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito.
Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.
William Blake - Las bodas del cielo y el infierno (1793)



A lo largo de la historia los ángeles han sido reconocidos e ignorados cíclicamente, al punto de resultarnos posible reconocer la estrecha relación que existe entre la “cualidad del Tiempo” de la humanidad y el trato que se les dispensa. Con esto estamos diciendo que en todos los períodos de profunda crisis moral y espiritual de la historia los ángeles han resurgido como auxiliares en los cuales es posible confiar para logra un reordenamiento de la conciencia y de la vida misma. Sucedió, por ejemplo, en el tiempo de los sumerios, en el del cautiverio de las tribus hebreas en babilonia y así viene sucediendo en nuestra sociedad desde las últimas décadas del siglo pasado hasta el día de hoy, en el cada vez más seres humanos buscamos nuevos caminos espirituales para comprender y modificar el grave desequilibrio en que vivimos.
Cuando hablamos de Dios, o del Gran Espíritu, o de la Fuente Creadora, o de los Ángeles, estamos hablando de entidades que no son visibles ni tangibles pues pertenecen a otro orden de realidad. Del mismo modo cuando hablamos de angustia, sensaciones, energía electromagnética, corrientes lunares, nos referimos a “fuerzas” sólo perceptibles por sus efectos ya que no poseen materialidad. Son múltiples las Fuerzas que nos atraviesan sin que lo sepamos, tanto espirituales, cósmicas como en forma de radiaciones, de corrientes y pulsos. Algunas son nacidas de los millares de aparatos tecnológicos que utilizamos diariamente (teléfonos, computadoras, microondas…) otras son propias del planeta y del cosmos, y las hay que son exclusivamente espirituales. En estas últimas encontramos a lo que damos en llamar: ángeles.
Los ángeles entonces son Fuerzas Espirituales que coexisten con nosotros y al mismo tiempo pertenecen a la mayor de las Fuerzas espirituales que es la que llamamos AMOR, no en el sentido sentimental del término sino como Fuerza vital y creadora absoluta, que todo lo penetra y en todo está.

La misma indiferencia que muchos sienten para con las innumeras corrientes invisibles, la sienten tantos otros para con los ángeles, pues es cierto que no todos creen en los ángeles y hay quienes incluso los toman por mera fantasía de mentes débiles, del mismo modo que tantas otras creencias y cosas resultan descalificadas desde la subjetividad individual e incluso desde la ignorancia. Para responder a esto recurramos a un antiguo cuento tradicional de la india:

EL BARBERO Y DIOS
Hace tiempo fue un hombre a una barbería para a cortarse el cabello y recortarse la barba. Como es natural se entabló una amena conversación entre el hombre y el barbero. Entre los tantos temas que tocaron surgió el tema de al existencia de Dios. El barbero dijo: — En verdad caballero yo no creo que Dios exista, como usted dice.
— Pero, ¿por qué dice usted eso? -preguntó el cliente.
—Lo digo porque es fácil de comprobar, basta salir a la calle para darse cuenta. Si Dios existiese como usted afirma ¿habría tantos enfermos? ¿Habría niños abandonados, hambrientos, trabajando o vagando por las calles? ¿Sería posible tamaña injusticia? ¡Claro que no! Si realmente existiese un dios no habría tanto sufrimiento ni tanto dolor en nuestras vidas. Definitivamente no puedo creer que exista un Dios que permita todas estas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento sin saber que responder. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio. Apenas salir vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo; al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado .Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero. — ¿Sabe una cosa? Acabo de darme cuenta que los barberos no existen.
— ¿Cómo que no existen? —Preguntó sobresaltado y molesto el barbero —Claro que existen, aquí estoy yo y soy barbero.
—Usted miente —, dijo el cliente— Sé que no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.
Luego de una breve pausa el barbero rió y dijo: — Es usted un necio, los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen a mí.
El hombre sonrió y contestó
— ¡Exacto!

Al igual que sucede en este cuento cada uno de nosotros sólo ve y acepta como verdadero aquello en lo que cree. Los ángeles están dispuestos pero es nuestra tarea ir hacia ellos y abrirles la puerta de nuestra percepción para poder comunicarnos.
Como una ayuda para abrir esa puerta nació este libro en la esperanza de servir de guía a quienes acudan a él.

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